Chin Up – My Blog

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Concienciarse es darse cuenta de que existe una dimensión interior inimaginable, desde la que puedo percibirme a mí mismo y a toda la vida. Es difícil de explicar pero, al mirar atrás, veo en qué se diferencia de la percepción del mundo que tenía antes. Entonces no había espacio, todo lo que percibía existía a un nivel mucho más superficial. Creía que eso era la verdad absoluta… la de una experiencia plana y bidimensional, todo era exacta y únicamente como lo veía. 

No había nada más profundo, más importante, con lo que conectar. Si me sentaba en una playa, solo era yo, Ricardo Chin, mirando hacia el mar y su belleza intrínseca. Si tenía una conversación con alguien, solo éramos yo, esa persona y la seriedad absoluta del tema que estuviéramos tratando. Por entonces, el foco de mi atención se concentraba en todo lo que veía: la «verdad» absoluta que se presentaba tal cual era.

A ese nivel, todo parecía tan real, tan lleno de importancia inmediata; un estado en el cual la vida me ocurría a mí. Era un pasajero en mi propia vida, me encontraba consumido por el día a día, por los motores externos de la vida, que me empujaban hacia una u otra dirección. 

Un día, mientras leía un libro, me encontré en medio de una intervención espiritual aparentemente espontánea: una experiencia a la que las palabras jamás podrán hacerle justicia y que me sacó de mi existencia plana, inconsciente y bidimensional, acercándome cada vez más a la esencia de mi ser. Me mostraron una serie de eventos interconectados de mi vida que habían tenido lugar específicamente para que se diese la ocasión que ahora estaba ocurriendo. Cada momento, aunque fuese de manera indirecta, había llevado intencionadamente a este momento de mi existencia. 

Me tomó por sorpresa; tanto que, en el momento, no entendí muy bien qué estaba pasando. Pero mientras miraba los destacados de estos eventos en mi mente, durante lo que pareció mucho más que el período de los momentos que realmente estuve observando, mi cuerpo se estremeció. Durante el resto del día estuve en un estado de calma absoluta. No puedo decir exactamente qué, pero algo fundamental había cambiado en mí. 

Al día siguiente, cuando me desperté, seguí mi rutina de todas las mañanas, recogí a un cliente y me dirigí al primer destino. Cuando llevaba cerca de treinta minutos conduciendo, noté una sensación efervescente en el cerebro, junto con la conciencia de que no había estado pensando; de hecho, no había formulado ni un solo pensamiento en todo el trayecto, hasta ese momento. Esto era muy raro para mí, teniendo en cuenta que, hasta entonces, me había acostumbrado a un flujo de incesantes pensamientos que me arrastraban a escenarios y conversaciones imaginarias. 

No había sido consciente de que eso era lo que había estado ocurriendo hasta ese momento, había sido mis pensamientos… Había sido mis reflexiones… no había espacio a su alrededor ni fuera de ellos. Me había identificado como cada pensamiento; me había identificado como una vida de reflexiones. De repente, había espacio: ya no era mis pensamientos. Los notaba como otra cosa… algo que no era «yo». Podía observar mis pensamientos y no sentirme arrastrado por ellos. Ahora había espacio entre ellos y yo.

Desde ese día, todo ha cambiado. Ahora, si me siento en una playa, no es solo Ricardo Chin mirando hacia el mar. Si tengo una conversación, no solo somos yo, esa persona y la seriedad absoluta del tema que estemos tratanto. Ya no veo el mundo a mi alrededor y mis experiencias en él desde un punto de vista plano y bidimensional que se presentaba tal cual era. Ahora, cada vez que me siento o hago algo, lo que experimento es «a mí»  experimentando lo que es ser Ricardo Chin, que está experimentando el juego de la vida desde una perspectiva única, de una posibilidad entre ocho mil millones. 

Tengo la oportunidad de sentirlo todo en el espectro de la emoción. De sentir felicidad, placer, dolor, pena, tristeza, pérdida y vergüenza, entre otras muchas emociones. Tengo la oportunidad de plantearme preguntas a mí mismo: ¿qué es escuchar música y sentirse realmente emocionado por ella? ¿Sentir el sol calentando y cubriéndome la cara? ¿Sentir la lluvia y el viento en la piel? ¿Sentir amor familiar, de amigos o romántico? ¿Sufrir y todo lo demás que podamos sentir como seres humanos?

Es un auténtico regalo poder sentirlo todo e incluso más lo es ser consciente de ello. Todos los días me asombro por ser consciente del valioso regalo de la vida.

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