La primera vez que intenté escribir fue mientras estaba destinado con los Marines en Irlanda del Norte en 2004. Escribía poemas de naturaleza bastante oscura, aunque su carácter inherentemente sombrío no me resultaba evidente. Los sentimientos que expresaba con mis palabras eran una parte de mí que quería mostrar, y fantaseaba con escribir un libro de poemas, cosa que hice, y el título me vino en seguida: Unas palabras de un completo don nadie. A medida que pasaba el tiempo, me convencía a mí mismo de que de verdad era un don nadie que no tenía derecho a escribir un libro; no es que fuera a conseguirlo, aunque sí que lo intentase… y, al fin y al cabo, ¿quién querría o se molestaría en leer lo que yo tuviese que decir?
Veintidós años después, ahí estaba escribiendo un libro y mientras reflexionaba y me preguntaba cuál debería ser el título, me vino un déjà vu… un recuerdo de haberme hecho la misma pregunta muchos años antes. Todo tenía sentido, como si se hubiese cerrado el círculo. Una fuerza desconocida de mi interior me había dado el nombre para mi libro, una fuerza que sabía que era capaz de escribirlo, sin estar listo en ese momento. Aún tenía que acumular la suficiente experiencia vital para poder compartir más profundamente qué era lo que en mi interior me estaba pidiendo que expresase. Sentía que el universo me decía que ya era el momento… que por fin estaba listo.
Cuando pensé el título «Unas palabras de un completo don nadie» por primera vez, me pareció totalmente apropiado: yo era un don nadie en todos los sentidos. Pensé en mí mismo en aquella luz, y lo había hecho durante muchos años. Ahora, sin embargo, significa algo completamente diferente para mí, significa que no soy mi nombre porque, ¿cómo podría serlo? Nací y existí antes de que me dieran el nombre de Ricardo Chin. La intención con la que escribí este libro es: Creo que alguien puede encontrarlo en cualquier parte del mundo, empezar a leerlo y preguntarse: ¿quién ha escrito esto? ¿Por qué dice que es un don nadie? Y, al seguir leyendo y llegar al momento en el que finalmente se revela mi nombre (un momento que fue una experiencia muy significativa para mí), con suerte el lector llegará a la conclusión de que por fin saben el nombre de ese tío, y de que no significa nada. Esto es porque no me conocen y, a todos los efectos y propósitos, soy un completo don nadie para ellos. Espero que los lectores puedan incluso reconocerse a ellos mismos, y a sus propias vulnerabilidades, en algunas de mis experiencias.
No es un libro sobre mi nombre; es un libro sobre mi historia y, una vez que la historia se haya leído y entendido, puede que el lector reconozca que no va ni siquiera sobre eso. Va sobre lo que se lee entre líneas en mis frases, párrafos y capítulos; va sobre la historia dentro de la historia, sobre plantearte las preguntas que de verdad quieres preguntar. Va sobre conceder a lo que quiere ser expresado desde tu interior el espacio y la libertad para que lo haga. Nada de esto pide ningún nombre o título, ni que seas un «alguien» específico para poder valorarte y quererte a ti mismo, y apreciar la verdadera riqueza de las experiencias que se nos imponen, como humanos, en este mundo.